Tenemos siete sentidos y los dos que no conoces son los más importantes
¿Cuántos sentidos tenemos? Seguramente, cuando te hacen esta pregunta, respondes sin dudarlo. Cinco: oído, gusto, tacto, vista y olfato. Es lo que nos enseñaron en la escuela. Nos ayudan a percibir el mundo exterior. Sin embargo, la neurociencia ha descubierto en los últimos años que existen dos sentidos más, de gran importancia, relacionados con lo que sucede dentro de nosotros, y conocerlos, te puede cambiar la vida. Se trata de la interocepción y la propiocepción. Ambos se refieren a la capacidad del cuerpo humano de percibir y procesar información sensorial interna y externa, y tienen un profundo impacto en el bienestar físico y emocional.
Interocepción
La interocepción se refiere a la capacidad de nuestro cuerpo para percibir las sensaciones internas, como los latidos del corazón, la respiración, el hambre, la sed, la necesidad de orinar o defecar, etc. Estas sensaciones son procesadas por nuestro sistema nervioso autónomo y nos permiten tomar conciencia de nuestro estado interno y de las necesidades de nuestro cuerpo. Además, la interocepción juega un papel fundamental en la regulación emocional, ya que las sensaciones internas pueden activar respuestas emocionales como la ansiedad, el miedo, la tristeza, etc.
Los órganos tienen su forma de comunicarse con la base de operaciones cerebral, y esa información es prioritaria.
Propiocepción
La propiocepción se refiere a la capacidad de nuestro cuerpo para percibir la posición, el movimiento y la fuerza de nuestros músculos, tendones y articulaciones. Esta información sensorial es procesada por nuestro sistema nervioso somático y nos permite tener conciencia de nuestro cuerpo en el espacio y realizar movimientos precisos y coordinados. Los gestos, las posturas, las sensaciones que tenemos, los nervios en el estómago, el nudo en el estómago, la pesadez en los ojos cansados…
Además, la propiocepción también es importante para la regulación emocional, ya que nos permite tener una sensación de control y seguridad sobre nuestro cuerpo.
Cambiando los gestos para cambiar tu vida
Son importantes porque el cerebro responde de una forma u otra dependiendo del telefax que le llegue de los órganos, los gestos, las posturas… En la madre nodriza de nuestra cabecita hay una especie de diadema, corteza somatosensorial, que es donde está representado nuestro cuerpo. Y resulta que el cerebro a lo que más presta atención es a la cara, las manos y la curvatura del cuerpo. Cuando movemos las manos al hablar estamos activando partes del cerebro. Si frunces el ceño, activas la amígdala, que es esa cosa en forma de almendra que cuanto más te estresas.
Si relajas el ceño, se va a relajar la amígdala. Si sostienes un bolígrafo entre los dientes emulando una sonrisa, las situaciones o estímulos te van a parecer un poco más simpáticas, pero si pones cara de enfado, esos mismos estímulos te van a parecer desagradables. ¿Cómo es posible? Sencillamente porque si tienes cara de enfado, el cerebro interpreta que esa cara es la que activa los mecanismos de enfado, mientras que, si el rostro está relajado, el cerebro interpreta que tiene que activar los mecanismos de la tranquilidad. De modo que si estás triste pero emulas una sonrisa, engañarás al cerebro, y este creerá que estás contento, y tratará de ajustar tu estado de ánimo con el gesto.
Y con la curvatura del cuerpo pasa otro tanto. Estar encorvado, mirando el móvil, sentado en el ordenador, andar un poco cabizbajo… El cerebro lo asocia con tristeza, y activa los mecanismos de la tristeza, la melancolía, y esto afecta a nuestras habilidades cognitivas, la memoria, el aprendizaje, etc.
¿Se pueden entrenar estos sentidos?
Ambas habilidades son importantes para el bienestar físico y emocional, y pueden ser entrenadas y desarrolladas a través de diferentes técnicas. Por ejemplo, la práctica de la atención plena o mindfulness puede mejorar la interocepción al aumentar la conciencia y la aceptación de las sensaciones internas. Por su parte, la práctica de diferentes disciplinas deportivas, como el yoga, la danza o el pilates, puede mejorar la propiocepción al aumentar la conciencia de la posición y movimiento del cuerpo.
En conclusión, la interocepción y la propiocepción son dos habilidades importantes para el bienestar físico y emocional. Ambas se refieren a la capacidad del cuerpo humano para percibir y procesar información sensorial, ya sea interna o externa. Entrenar y desarrollar estas habilidades puede mejorar nuestra capacidad para regular nuestras emociones y mejorar nuestra calidad de vida en general.
¿Te animas?