AYUNO FÁCIL, AYUNO INTERMITENTE, AYUNO CONSCIENTE
El ayuno meditativo: una práctica milenaria
El afán por adelgazar en las modernas sociedades occidentales suele recurrir al ayuno como método para perder peso. Sin embargo, la práctica de ayunar ha formado parte de la mayor parte de las religiones del mundo durante milenios, no con el fin de adelgazar, sino como un instrumento espiritual de iluminación. Diferentes ritos de paso consideraban el ayuno como una parte esencial del proceso de purificación. En otros contextos culturales, se creía que la abstinencia favorecía los estados visionarios, ciertos tipos de sueños. En la actualidad, con el auge de las prácticas de meditación en Occidente, como el mindfulness o el yoga, el ayuno ha vuelto a cobrar interés como disciplina espiritual. Los adeptos al yoga consideran que aumenta la sensibilidad corporal y el nivel de introspección, mientras que los que practican otro tipo de meditación más laica, creen que facilita el acceso a estados de meditación mucho más profundos.
Existe, por otra parte, una bonita senda a recorrer para aquellos que quieran explorar la alimentación consciente, ahondar en nuestra relación con la comida y los ciclos dietéticos; prestar atención a los sabores y las sensaciones; disfrutar del proceso de forma consciente, trabajar el apetito desenfrenado o la adicción por comer, escuchar el hambre y los sentimientos de llenura; y todo lo relacionado con el mundo del mindful eating o la alimentación consciente, que básicamente consiste en comer despacio, sin prisa; evitar estímulos, masticar bien los alimentos; no pensar en el trabajo, sino concentrados en disfrutar de la comida, disfrutando de ella; despertar la atención de los sentidos; dar bocados pequeños; dejar reposar el tenedor en la mesa entre bocado y bocado; y por supuesto, elegir bien la compañía…
Beneficios del ayuno depurativo
El ser humano jamás ha comido tanto como en la actualidad, ni mucho menos tenía una dieta como la nuestra. Seguimos teniendo los mismos genes, y nuestro organismo no está preparado para asimilar las ingentes cantidades de azúcares, toxinas, grasas, que vamos acumulando. De hecho, el homo sapiens está genéticamente adaptado al ayuno, es decir, a pasar algo de hambre, porque no siempre había comida de la que echar mano, como ahora, que solo tenemos que abrir la nevera. Diversos estudios científicos están prestando cada vez más atención a los beneficios del ayuno como forma saludable de perder peso. ¿Por qué? Porque ayunar eleva los niveles de adrenalina, que moviliza la grasa, disminuye la insulina y el azúcar en sangre y activa los procesos que aumentan el metabolismo. Se han observado pérdidas de peso de 1 kg al día durante los primeros días que, al llegar a la tercera semana, se ralentizan a razón de 300 gramos al día.
En cuanto a la eliminación de toxinas, los estudios sugieren que la restricción calórica del ayuno mejora el sistema inmune, reduce la inflamación, potencia la salud digestiva al favorecer la función pancreática e intestinal y, en definitiva, proporciona una forma natural de deshacernos de las toxinas que absorbemos en el día a día.
El ayuno intermitente:
Entre los ayunos depurativos más fáciles de llevar a cabo se encuentra el ayuno intermitente, también llamado 16/8, que muchos practican de forma frecuente, debido a su sencillez. Consiste en pasar dieciséis horas ayunando, incluyendo las horas del sueño, de modo que únicamente se come en un periodo limitado de ocho horas. Por ejemplo, si comemos por última vez a las 17.00 ya no volveríamos a comer nada hasta las 09.00 del día siguiente; si nuestra última ingesta fuera a las 19.00, la siguiente sería a las 11.00, y así sucesivamente.
¿Por qué se le llama ayuno intermitente?
Porque no se suele realizar de forma continua, sino en días alternos y de forma intermitente, unos tres a la semana en total. Existe otra variación, llamada 20/4, que consiste en ayunar durante veinte horas y comer en un periodo de tiempo limitado de cuatro horas, de modo que si nuestra última ingesta fuera a las 18.00 no comeríamos nada hasta las 14.00 del día siguiente y únicamente hasta las 18.00. Otra práctica muy sencilla y conocida es la del ayuno nocturno, que consiste en cenar pronto, normalmente antes de las 20.00, y no comer nada hasta las 11.00 del día siguiente, con lo cual se ayuna durante unas quince horas. Y, por último, tendríamos los semiayunos que consisten en alimentarse únicamente a base de zumos y verduras durante algún breve periodo de tiempo.
Si te han entrado ya ganas de ayunar y sientes curiosidad, te recomendamos que visites a un nutricionista para valorar tu situación personal y recomendar el que mejor se adapte a tus necesidades.